viernes, 27 de junio de 2008

Vagabundo

Improvisadamente, se me ocurrió que mi buena amiga de blog, Marinel, podía inspirarse en uno de mis dibujos. El resultado, como cabía esperar, es mejor que mi original. Aquí dejo para el respetable las palabras derramadas:

Con su gorra calada; su raída chaqueta y su barba poblada, se aposentó en “su banco”. Era un acuerdo establecido; pero tácito, entre los que como él, vivían a la intemperie. Ese banco era suyo. Allí desplegaba su arsenal de objetos inservibles para otros; pero muy útiles para su desperdigada vida ¿social?. ¡Ja! Exclamó para sus adentros; ni vida social ni nada de nada, vida, que ya era mucho dado los tiempos que corrían.
Cogió la vieja servilleta que lo acompañaba desde tiempos inmemoriales y se la puso sobre el banco. Al poco; sustrajo del carro de compra que encontró en el vertedero, lo que posiblemente sería la mejor comida del día.
Se estaba relamiendo de gusto, cuando notó la mirada de alguien posada en él. Había desarrollado los instintos de forma considerable desde que la calle era su hogar. También notó que la mirada no era dañina. No sabía el porqué, pero esas miradas le hacían sentir que un frío extraño lo inundaban. Esta no lo era; seguro.
Giró la cabeza desganadamente en la dirección intuida y tropezó con unos ojos abiertos de par en par, fijos en su figura de vagabundo.

La mujer era joven y curiosa por lo que podía observar. No se amilanaba al mirarlo descaradamente; incluso movía la cabeza de un lado, luego del otro, sin apartar la mirada. ¡Qué atrevida! ¿No habrá visto nunca un ser en mis condiciones?. ¡Ah! Y sigue…¿ Me dejará comer tranquilo o tendré que llamarle la atención sobre su atrevimiento?
Intentó no darle importancia, para pasar a satisfacer a ese órgano ruidoso que tenía por estómago y que clamaba alimentos desesperadamente; imposible.
Se levantó decidido a poner fin a este absurdo. Quedó paralizado al ver que la joven lo hizo al mismo tiempo y dirigiéndose a él.
¡Demonios, ahora qué hago!. Caminó indeciso hacia ella para aclarar la situación, pero al llegar a su altura, las palabras huyeron despavoridas. ¡Las muy cobardes!
La chica si habló, volviéndole a dejar cual estatua de piedra:
-Disculpe caballero, soy pintora, ¿querría posar para mí?

5 comentarios:

Marinel dijo...

¡Vaya invento que hiciste!.Pues nada que me ha encantado la experiencia,Aldo.Muchísimas gracias amigo mío.Espero no incordiar mucho con mi texto a los habituales de tu blog, que vienen en busca de tus diseños y dibujos.
Muchos besos.

aldo dijo...

¡Que se chinchen! Ja, ja, ja.
No, en serio, ya que tengo el blog un poco sosín, al menos les daremos una alegría.
Muchas gracias por tu generosidad.
Más besos.

I. Robledo dijo...

Unas lineas, amigo, para agradeceros esta feliz conjuncion, que conoci "en casa" de esa bellisima persona que es Marinel.

Felicidades y un saludo en la distancia

Kim Basinguer dijo...

Precioso de verdad.

aldo dijo...

Gracias y bienvenidos a antiqva y kim basinguer. Quién sabe, igual se repite la experiencia.